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miércoles, 6 de julio de 2016

El punto y aparte

El punto expresa una pausa larga. Marca el final de cada párrafo; también el final de una frase. Si la frase u oración tiene que ver con lo anteriormente escrito, se pone punto y seguido. Por el contrario, si no tiene una conexión clara con lo que se ha expuesto anteriormente, se escribe punto y aparte. Al final del escrito, se coloca el punto final.

El punto y aparte separa dos párrafos distintos que desarrollan contenidos diferentes dentro de una misma línea de razonamiento o de la unidad del texto. Después de punto y aparte se debe cambiar de línea y comenzar a escribir después de dejar un margen o sangrado a la izquierda, mayor que el del resto de las líneas que componen el párrafo.
Hay que tener presente, igualmente, que la elección entre el punto y seguido y el punto y aparte es subjetiva cuando se trata de distintos aspectos de un mismo asunto o idea.



Copia el siguiente texto transformando los puntos en puntos y aparte donde sea necesario. Procura guardar los espacios, escribir correctamente los acentos y, por supuesto, no olvides de aplicar la normativa que regula la utilización del punto:


Entramos en un vaporcito en el muelle de Sanlúcar, y comenzó la hélice del barco a girar. Íbamos ayudados por la marea; el río era ancho, de color de barro amarillento; desierto y abandonado como un río americano. En algunas islas bajas llenas de espadañas, levantaban el vuelo bandadas de pájaros. Y algunos martín-pescadores del pintado color se deslizaban rasando el agua plana y amarilla. En las riberas, grandes bueyes negros pastaban tranquilos; algunos en el suelo con las patas dobladas, esperaban la baja marea para beber en el río; otros, con la cabeza alta y rizada, adornada de grandes cuernos, miraban el lejano horizonte, graves y serenos, como olímpicos dioses.
PIO BAROJA. Primavera andaluza.

Escribe todos los puntos y las mayúsculas donde correspondan en el siguiente texto:
 la época del año que más me gusta es la navidad primero porque estoy de vacaciones y no tengo que madrugar tanto además, la casa se llena de dulces y adornos me encanta montar el belén año tras año y, con mis padres desempolvar las figuras que, al salir de sus cajas, parece que me saludan en la televisión ponen muchas películas para niños y niñas y tengo mucho tiempo para jugar con mis juguetes ¡A mí me parecen las vacaciones más divertidas!

viernes, 1 de julio de 2016

Conclusiones de "El loro pelado" para repasar




Resumen del cuento 
 
Empieza narrando que unos loros que vivían en el monte en la mañana temprano iban a comer elote a una granja y que hacían escándalo con sus gritos y que uno de esos loros les avisaba cuando alguien llegaba a donde estaban ellos, sin embargo un día un hombre de dio un tiro al loro que vigilaba porque estos animales afectan los sembradíos de elote, ya que como los picotean cuando llega la lluvia los pudre. 
Y entonces este hombre después de lograrlo capturar los lleva a casa de sus patrones, donde los hijos del patrón le curaron su ala rota. Sucedió que un día después de mucho tiempo de estar encerrado debido al mal tiempo; el lorito al cual habían llamado Pedrito, salió a pasear y tuvo un encuentro inesperado con un tigre que lo engaño cuando este quería invitarlo a tomar té con leche, lo cual era su alimento preferido mojando el pan sobre este. Las plumas y la cola fueron arrancadas de Pedrito por el tigre quien pensaba que lo había matado, pero no fue así, Pedrito volvió a su casa pero se encendió para que su familia no lo viera porque le daba vergüenza estar pelado. Paso el tiempo y Pedrito recupero su pelaje y volvió a su casa a tomar té con leche mojado con pan; en donde su familia ser sorprendió porque lo creían muerto. Fue así como Pedrito le contó a su dueño lo sucedido y salieron a cazar al tigre. Pedrito se acercó al tigre convidándole te con leche y este lo volvió a engañar pidiéndole que se acerque porque no oía nada y que estaba sordo esto lo hacía para poder agarrarlo y matarlo; cuando Pedrito se acerca lo trata de agarrar y el dueño dio un balazo matándolo; convirtiendo luego al tigre en una alfombra para el comedor. Es así como Pedrito se vengo del tigre y todos los días al ir al tomar el té le pregunta al tigre ¿quiéres te con leche? haciendo reír a su familia. 

Moraleja del cuento: 


El cuento del loro pelado, nos dice que no siempre hay que confiar en todos, y ser más precavido. Sin embargo el ave logró vengarse del tigre, y el malvado animal termino peor que el inocente loro. Esta historia nos hace ser más cuidadosos, y puede ayudar a los más chicos a ser precavidos desde pequeños y no confiar en extraños. 

Lugar donde se desarrolla el cuento:

Inicialmente en el monte, después en la granja, seguidamente en el rio Paraná y el desenlace de la historia se da en la casa de sus amos 


Análisis de forma: 


Tiene la extensión breve de una fábula y mantiene una estructura interna común simple y propia de los cuentos: Introducción, nudo y desenlace. Estos cuentos no comienzan como los tradicionales “Érase una vez…” pero mantienen la característica de los cuentos infantiles: historias protagonizadas por los animales, que hablan y que son amigos de los hombres, que comparten sentimientos y actitudes propias de los hombres. Todos tienen desenlace feliz, aunque en el transcurso del cuento haya sucesos trágicos 

Personajes: 


Protagonista: el loro 
Secundarios: el tigre y el amo o el cazador 
Terciarios: los niños 

Tiempo: 


Había una vez una bandada de loros que vivía en el monte". 
En el verbo de la frase. Dice “había” y "vivía". Que quiere decir que es algo que ya pasó. Por lo tanto es tiempo pasado. Ese cuento está en tiempo pasado. 


Conclusión :

En el cuento el loro es conversador por naturaleza, aspira a participar plenamente de otras costumbres del hombre.  En el loro pelado hay una tremenda autoestima pero también miedo al que dirán cuando se refugia en una cueva para que no lo vean rabón y sin plumas. 


Actividades para el cuento "El loro pelado"

A-
1. Estos son algunos momentos importantes del cuento. Ordenálos escribiendo junto a cada oración los números del 1 al 5.


  • Un loro es herido de un disparo por un peón. 
  • El tigre ataca al loro y le arranca las plumas. 
  • El loro y el patrón matan al tigre. 
  • Unos niños curan al loro y lo adoptan como su mascota. 
  • Un día el loro pasea por la selva y se encuentra con un tigre.
2. Escribe qué sucede en esta imagen. Luego revisá  el texto que escribiste. Corregilo si es necesario.

Ahora, localizá y copiá el fragmento del cuento que corresponde a la imagen.


3. Relee el siguiente fragmento del cuento: 

“…los chicos lo curaron porque no tenía más que un ala rota. El loro se curó muy bien, y se amansó completamente. Se llamaba Pedrito. Aprendió a dar la pata; le gustaba estar en el hombro de las personas y les hacía cosquillas en la oreja. Vivía suelto, y pasaba casi todo el día en los naranjos y eucaliptos del jardín. Le gustaba también burlarse de las gallinas. A las cuatro o cinco de la tarde, que era la hora en que tomaban el té en la casa, el loro entraba también en el comedor, y se subía por el mantel, a comer pan mojado en leche. Tenía locura por el té con leche. Tanto se daba Pedrito con los chicos, y tantas cosas le decían las criaturas, que el loro aprendió a hablar. Decía: "¡Buen día, lorito! ¡Rica la papa! ¡Papa para Pedrito!..." Decía otras cosas más que no se pueden decir, porque los loros, como los chicos, aprenden con gran facilidad malas palabras. Era, como se ve, un loro bien feliz, que además de ser libre, como lo desean todos los pájaros, tenía también, como las personas ricas, su five o clock tea.”

Explicá por qué Pedrito era, como se dice en el cuento, un loro bien feliz. 

4. Aquí copié el momento en que Pedrito y el tigre se encuentran por primera vez. 

— ¡Buen día, tigre! —le dijo— ¡La pata, Pedrito!... Y el tigre, con esa voz terriblemente ronca que tiene, le respondió: —¡Bu-en día! —¡Buen día, tigre! —repitió el loro—. ¡Rica, papa!... ¡rica, papa!... ¡rica papa!... Y decía tantas veces "¡rica papa!" porque ya eran las cuatro de la tarde, y tenía muchas ganas de tomar té con leche. El loro se había olvidado de que los bichos del monte no toman té con leche, y por esto lo convidó al tigre. —¡Rico té con leche! —le dijo—. ¡Buen día, Pedrito!... ¿Quieres tomar té con leche conmigo, amigo tigre? Pero el tigre se puso furioso porque creyó que el loro se reía de él, y además, como tenía a su vez hambre, se quiso comer al pájaro hablador. Así que le contestó: —¡Bue-no! ¡Acérca-te un po-co que soy sor-do! El tigre no era sordo; lo que quería era que Pedrito se acercara mucho para agarrarlo de un zarpazo. Pero el loro no pensaba sino en el gusto que tendrían en la casa cuando él se presentara a tomar té con leche con aquel magnífico amigo. Y voló hasta otra rama más cerca del suelo. —¡Rica, papa, en casa! —repitió gritando cuanto podía. —¡Más cer-ca! ¡No oi-go! —respondió el tigre con su voz ronca. El loro se acercó un poco más y dijo: —¡Rico, té con leche! — ¡Más cer-ca toda-vía! —repitió el tigre. El pobre loro se acercó aún más, y en ese momento el tigre dio un terrible salto, tan alto como una casa, y alcanzó con la punta de las uñas a Pedrito. No alcanzó a matarlo, pero le arrancó todas las plumas del lomo y la cola entera. No le quedó una sola pluma en la cola. — ¡Tomá! —rugió el tigre—. Andá a tomar té con leche...”

5. ¿Por qué el tigre le dice a Pedrito que es sordo?

6. ¿Por qué el tigre quiso comer a Pedrito?

7. Busca en el cuento el plan de Pedrito y el patrón para cazar al tigre. Anota cuál era el plan.  

8. Busca y subraya en el cuento el momento en que Pedrito y el tigre se encuentran por segunda vez.

9. Pedrito, además de conversar con el tigre, dice algunas frases para que el patrón pueda ubicar dónde está el tigre. Copia las indicaciones de Pedrito al patrón.

10. ¿Qué parte del cuento te gustó más? ¿Por qué? 

B- 

COMPLETA

6. Los personajes del cuento son_____________________________________________

Identificá Protagonista/s y Antagonista/s_____________________________________

7. ¿Por qué no eran muy querido los loros?_____________________________________

8. ¿Qué era lo que más le gustaba comer a Pedrito?______________________________

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9. ¿Qué cosas decía Pedrito?________________________________________________

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 10 ¿Cómo llegó Pedrito a transformarse en la mascota de la casa?___________________

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  11. Lo que hizo Pedrito y el cazador con el tigre estuvo correcto Si_______No_______

Por que?________________________________________________________________

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¡AHORA VEMOS EL VIDEO!!


El loro pelado- Un cuento de Horacio Quiroga

EL LORO PELADO
(Cuentos de la selva, 1918)



          Había una vez una bandada de loros que vivía en el monte.
          De mañana temprano iban a comer choclos a la chacra, y de tarde comían naranjas. Hacían gran barullo con sus gritos, y tenían siempre un loro de centinela en los árboles más altos, para ver si venía alguien.
         Los loros son tan dañinos como la langosta, porque abren los choclos para picotearlos, los cuales, después se pudren con la Lluvia. Y como al mismo tiempo los loros son ricos para comerlos guisados, los peones los cazaban a tiros.
          Un día un hombre bajó de un tiro a un loro centinela, el que cayó herido y peleó un buen rato antes de dejarse agarrar. El peón lo Llevó a la casa, para los hijos del patrón; los chicos lo curaron porque no tenía más que un ala rota. El loro se curó muy bien, y se amansó completamente. Se Llamaba Pedrito. Aprendió a dar la pata; le gustaba estar en el hombro de las personas y les hacía cosquillas en la oreja.
         Vivía suelto, y pasaba casi todo el día en los naranjos y eucaliptos del jardín. Le gustaba también burlarse de las gallinas. A las cuatro o cinco de la tarde, que era la hora en que tomaban el té en la casa, el loro entraba también en el comedor, y se subía por el mantel, a comer pan mojado en leche. Tenía locura por el té con leche.
         Tanto se daba Pedrito con los chicos, y tantas cosas le decían las criaturas, que el loro aprendió a hablar.
         Decía: "¡Buen día, lorito! "¡Rica la papa!" "¡Papa para Pedrito!..." Decía otras cosas más que no se pueden decir, porque los loros, como los chicos, aprenden con gran facilidad malas palabras.
          Cuando Llovía, Pedrito se encrespaba y se contaba a sí mismo una porción de cosas, muy bajito. Cuando el tiempo se componía, volaba entonces gritando como un loco.
         Era, como se ve, un loro bien feliz, que además de ser libre, como lo desean todos los pájaros, tenía también, como las personas ricas, su five o clock tea.
         Ahora bien: en medio de esta felicidad, sucedió que una tarde de lluvia salió por fin el sol después de cinco días de temporal, y Pedrito se puso a volar gritando:
          —¡Qué lindo día, lorito!... ¡Rica, papa!... ¡La pata, Pedrito!... y volaba lejos, hasta que vio debajo de él, muy abajo, el río Paraná, que parecía una lejana y ancha cinta blanca. Y siguió, siguió volando, hasta que se asentó por fin en un árbol a descansar.
         Y he aquí que de pronto vio brillar en el suelo, a través de las ramas, dos luces verdes, como enormes bichos de luz.
          —¿Qué será? —se dijo el loro— ¡Rica, papa!... ¿Qué será eso?... ¡Buen día, Pedrito!... El loro hablaba siempre así, como todos los loros, mezclando las palabras sin ton ni son, y a veces costaba entenderlo. Y como era muy curioso, fue bajando de rama en rama, hasta acercarse.
         Entonces vio que aquellas dos luces verdes eran los ojos de un tigre que estaba agachado, mirándolo fijamente.
         Pero Pedrito estaba tan contento con el lindo día, que no tuvo ningún miedo.
         —¡Buen día, tigre! —le dijo— ¡La pata, Pedrito!...
         Y el tigre, con esa voz terriblemente ronca que tiene, le respondió:
         —¡Bu-en día!
         —¡Buen día, tigre! —repitió el loro—. ¡Rica, papa!... ¡rica, papa!... ¡rica papa!...
         Y decía tantas veces "¡rica papa!" porque ya eran las cuatro de la tarde, y tenía muchas ganas de tomar té con leche. El loro se había olvidado de que los bichos del monte no toman té con leche, y por esto lo convidó al tigre.
         —¡Rico té con leche! —le dijo—. ¡Buen día, Pedrito!... ¿Quieres tomar té con leche conmigo, amigo tigre?
         Pero el tigre se puso furioso porque creyó que el loro se reía de él, y además, como tenía a su vez hambre, se quiso comer al pájaro hablador. Así que le contestó:
         —¡Bue-no! ¡Acérca-te un po-co que soy sor-do!
         El tigre no era sordo; lo que quería era que Pedrito se acercara mucho para agarrarlo de un zarpazo. Pero el loro no pensaba sino en el gusto que tendrían en la casa cuando él se presentara a tomar té con leche con aquel magnífico amigo. Y voló hasta otra rama más cerca dei suelo.
          —¡Rica, papa, en casa! —repitió gritando cuanto podía.
         —¡Más cer-ca! ¡No oi-go! —respondió el tigre con su voz ronca.
         El loro se acercó un poco más y dijo:
          —¡Rico, té con leche!
         —¡Más cer-ca toda-vía! —repitió el tigre.
         El pobre loro se acercó aún más, y en ese momento el tigre dio un terrible salto,
         tan alto como una casa, y alcanzó con la punta de las uñas a Pedrito. No alcanzó a matarlo, pero le arrancó todas las plumas del lomo y la cola entera. No le quedó una sola pluma en la cola.
         —¡Tomá!—rugió el tigre—. Andá a tomar té con leche...
         El loro, gritando de dolor y de miedo, se fue volando, pero no podía volar bien, porque le faltaba la cola, que es como el timón de los pájaros. Volaba cayéndose en el aire de un lado para otro, y todos los pájaros que lo encontraban se alejaban asustados de aquel bicho raro.
          Por fin pudo llegar a la casa, y lo primero que hizo fue mirarse en el espejo de la cocinera. ¡Pobre, Pedrito! Era el pájaro más raro y más feo que puede darse, todo pelado, todo rabón y temblando de frío. ¿Cómo iba a presentarse en el comedor con esa figura? Voló entonces hasta el hueco que había en el tronco de un eucalipto y que era como una cueva, y se escondió en el fondo, tiritando de frío y de vergüenza.
          Pero entretanto, en el comedor todos extrañaban su ausencia:
          —¿Dónde estará Pedrito? —decían. Y llamaban—: ¡Pedrito! ¡Rica, papa, Pedrito! ¡Té con leche, Pedrito!
          Pero Pedrito no se movía de su cueva, ni respondía nada, mudo y quieto. Lo buscaron por todas partes, pero el loro no apareció. Todos creyeron entonces que Pedrito había muerto, y los chicos se echaron a Llorar.
         Todas las tardes, a la hora del té, se acordaban siempre del loro, y recordaban también cuánto le gustaba comer pan mojado en té con leche. ¡Pobre, Pedrito! Nunca más lo verían porque había muerto.
         Pero Pedrito no había muerto, sino que continuaba en su cueva sin dejarse ver por nadie, porque sentía mucha vergüenza de verse pelado como un ratón. De noche bajaba a comer y subía en seguida. De madrugada descendía de nuevo, muy ligero, iba a mirarse en el espejo de la cocinera, siempre muy triste porque las plumas tardaban mucho en crecer.
         Hasta que por fin un día, o una tarde, la familia sentada a la mesa a la hora del té vio entrar a Pedrito muy tranquilo, balanceándose como si nada hubiera pasado. Todos se querían morir, morir de gusto cuando lo vieron bien vivo y con lindísimas plumas.
          —¡Pedrito, lorito! —le decían—. ¡Qué te pasó, Pedrito! ¡Qué plumas brillantes que tiene el lorito!
          Pero no sabían que eran plumas nuevas, y Pedrito, muy serio, no decía tampoco una palabra. No hacia sino comer pan mojado en té con leche. Pero lo que es hablar, ni una sola palabra.
         Por eso, el dueño de casa se sorprendió mucho cuando a la mañana siguiente el loro fue volando a pararse en su hombro, charlando como un loco. En dos minutos le contó lo que le había pasado; un paseo al Paraguay, su encuentro con el tigre, y lo demás; y concluía cada cuento, cantando:
          —¡Ni una pluma en la cola de Pedrito! ¡Ni una pluma! ¡Ni una pluma!
         Y lo invitó a ir a cazar al tigre entre los dos.
          El dueño de casa, que precisamente iba en ese momento a comprar una piel de tigre que le hacía falta para la estufa, quedó muy contento de poderla tener gratis. Y volviendo a entrar en la casa para tomar la escopeta, emprendió junto con Pedrito el viaje al Paraguay. Convinieron en que cuando Pedrito viera al tigre, lo distraería charlando, para que el hombre pudiera acercarse despacito con la escopeta.
         Y así pasó. El loro, sentado en una rama del árbol, charlaba y charlaba, mirando al mismo tiempo a todos lados, para ver si veía al tigre. Y por fin sintió un ruido de ramas partidas, y vio de repente debajo del árbol dos luces verdes fijas en él: eran los ojos del tigre.
         Entonces el loro se puso a gritar:
          —¡Lindo día!... ¡Rica, papa!... ¡Rico té con leche!... ¿Querés té con leche?...
         El tigre enojadísimo al reconocer a aquel loro pelado que él creía haber muerto, y que tenía otra vez lindísimas plumas, juró que esta vez no se le escaparía, y de sus ojos brotaron dos rayos de ira cuando respondió con su voz ronca:
         —Acer-cá-te más! ¡Soy sor-do!
         El loro voló a otra rama más próxima, siempre charlando:
          —¡Rico, pan con leche!... ¡ESTÁ AL PIE DE ESTE ÁRBOL!...
         Al oír estas últimas palabras, el tigre lanzó un rugido y se levantó de un salto.
         —¿Con quién estás hablando? —rugió—. ¿A quién le has dicho que estoy al pie de este árbol?
          —¡A nadie, a nadie! —gritó el loro—. ¡Buen día, Pedrito!... ¡La pata, lorito!...
         Y seguía charlando y saltando de rama en rama, y acercándose. Pero él había dicho: está al pie de este árbol, para avisarle al hombre, que se iba arrimando bien agachado y con escopeta al hombro.
         Y Llegó un momento en que el loro no pudo acercarse más, porque si no, caía en la boca del tigre, y entonces gritó:
         —¡Rica, papa!... ¡ATENCIÓN!
         —¡Más cer-ca aún!—rugió el tigre, agachándose para saltar.
         —¡Rico, té con leche!... ¡CUIDADO, VA A SALTAR! y el tigre saltó, en efecto. Dio un enorme salto, que el loro evitó lanzándose al mismo tiempo como una flecha en el aire. Pero también en ese mismo instante el hombre, que tenia el cañón de la escopeta recostado contra un tronco para hacer bien la puntería, apretó el gatillo, y nueve balines del tamaño de un garbanzo cada uno entraron como un rayo en el corazón del tigre, que lanzando un rugido que hizo temblar el monte entero, cayó muerto.
         Pero el loro, !Qué gritos de alegría daba! ¡Estaba loco de contento, porque se había vengado —¡y bien vengado!— del feísimo animal que le había sacado las plumas!
         El hombre estaba también muy contento, porque matar a un tigre es cosa difícil, y, además, tenía la piel para la estufa del comedor.
          Cuando Llegaron a la casa, todos supieron por qué Pedrito había estado tanto tiempo oculto en el hueco del árbol, y todos lo felicitaron por la hazaña que había hecho.
         Vivieron en adelante muy contentos. Pero el loro no se olvidaba de lo que le había hecho el tigre, y todas las tardes, cuando entraba en el comedor para tomar el té se acercaba siempre a la piel del tigre, tendida delante de la estufa, y lo invitaba a tomar té con leche.
          —¡Rica, papa!... —le decía—. ¿Querés té con leche?... ¡La papa para el tigre!...
          Y todos se morían de risa. Y Pedrito también.

CONOCIENDO AL AUTOR...

Estudio filosofía, química y literatura. Fue fotógrafo, mecánico, maestro rural, ciclista aficionado y carpintero, laboró en los campos de algodón del Chaco argentino y fungió como eventual juez de paz. 
Este importante literato sudamericano es el iniciador de lo que en la actualidad recibe el nombre de literatura de ciencia- ficción. 
La imaginación y el genio portentosos, así como la desbordada fantasía dan vida a esa selva donde los hombres y animales ofrecen el ejemplo de un nuevo género de amistad entre los seres, regidos de fidelidad, gratitud, generosidad y un sin número de enseñanzas que rompen la idea de que los cuentos solo son para entretener a los niños.